Reflexión sobre la Práctica
Por María Ximena Barrera
Vision Action – FUNDACIES
EE.UU – Colombia
Mi trabajo formal con el marco de la Enseñanza para la Comprensión (EpC) comenzó hace más de siete años cuando trabajé por primera vez con estudiantes de 11 a 17 años en el Colegio Rochester. Mi experiencia preliminar en el campo de la educación había sido a nivel universitario y en estos tiempos creía que mi papel como profesora era cuestión de dar unos conocimientos para luego saber si los estudiantes los tenían o no!! Como este era el caso, la planeación de las clases y la evaluación no presentaba mayores inconvenientes pues era una cuestión de estimación. Poco a poco, durante el estudio y la reflexión de las ideas del marco de la EpC me fui convenciendo de que una de mis principales responsabilidades era¡propiciar ambientes de aprendizaje enriquecedores, en donde todos los estudiantes tuvieran la posibilidad de desempeñarse de manera flexible con lo que sabían!
A pesar de que en la práctica esta fue mi experiencia preliminar, siempre me interesó que los estudiantes se apropiaran del conocimiento, lo internalizaran y lo utilizaran más allá del aula. Estos ideales fueron los que inicialmente me acercaron al marco de la EpC, el cual reflejaba en forma concreta el pensamiento de John Dewey. Dewey enfatizaba la necesidad de crear una nueva pedagogía que invitara a los docentes a integrar los contenidos escolares con las actividades de la vida cotidiana. Dewey se centraba en el niño y en el currículo y se tomaba en serio, tanto los intereses y las intenciones de los estudiantes, como las opciones de los docentes con respecto a puntos de acceso a los contenidos, a las preguntas que plantear y a las actividades que poner en práctica.
Al observar de cerca el trabajo de algunos colegas, tanto del Colegio Rochester como del Colegio Anexo San Francisco de Asís, vimos que estas ideas, presentes en buenas teorías, también podían formar parte de nuestro quehacer pedagógico, ayudándonos a cerrar la brecha entre lo que queríamos y lo que se concretaba en el aula. Esto es precisamente lo que el marco logra a través de sus elementos, poner en la realidad del aula algunas de las ideas que a muchos nos han inspirado. No sólo nos da uno serie de conceptos, sino también nos ofrece un vocabulario común para hablar acerca del trabajo que los estudiantes hacen en la escuela. Nos invita a reunirnos como profesionales para buscar soluciones novedosas y discutir acerca de la esencia de nuestro quehacer pedagógico.
Cada uno de los elementos del marco nos dio pista claves para el cambio, las cuales he organizado alrededor de tres aspectos: la valoración vinculada al desempeño; la importancia de continuar con nuestra formación profesional y la necesidad de tomar en serio las diferencias y las necesidades de nuestros estudiantes.
La Valoración Vinculada con el Desempeño:
Una de las ideas que representó un verdadero desafío para mí, fue aterrizar el concepto de la valoración continua, entendida como el conjunto de ciclos de retroalimentación que forman parte del proceso de enseñanza y aprendizaje y que están centrados en la comprensión. Como el propósito es la comprensión, la valoración necesita ir mucho más allá de la calificación, para así contribuir significativamente con el aprendizaje. Esto nos llevó a poner mucha atención a lo que les pedíamos a los estudiantes que hicieran, pues dentro de este marco, lo que hacen (cosas mentales o cosas físicas) es evidencia de su comprensión. Cuando los estudiantes trabajan para desarrollar la comprensión sobre un tópico o concepto, el desempeño y la retroalimentación se integran con el propósito de ofrecer información y respuestas claras a los desempeños de los estudiantes.
La valoración dentro del marco de la EpC nos invita a ser más acompañantes que jueces, a enfocarnos más en los procesos enriquecidos con retroalimentación, que solamente en el resultado final.
Formación Pedagógica y Disciplinar:
Al empezar a trabajar con el marco, también nos vimos en la necesidad de tomar una serie de decisiones en cuanto a lo qué enseñábamos, cuestionándonos acerca de nuestra formación disciplinar. Para atender a esta necesidad fue definitivo el trabajo en equipo, que nos ayudó a enriquecernos a partir de la colaboración y de la experimentación con diferentes estrategias y metodologías. Esto nos llevó a dirigir la mirada a la importancia de sentarnos a conversar para compartir el conocimiento que teníamos de los estudiantes, y a pensar en proyectos conjuntos y alianzas estratégicas, con el fin de profundizar la comprensión de ideas esenciales, más que la transmisión de conocimiento.
El reto cuando se comienza a reflexionar sobre las unidades didácticas y especialmente al verlas en la práctica, nos trae como resultado la necesidad de continuar con nuestra formación profesional no sólo en lo pedagógico, sino también en la profundización de nuestra comprensión en el campo disciplinar en que nos desempeñamos. Quiero resaltar que la EpC nos da un marco para tomar decisiones y para ver con mayor claridad en qué debemos esforzarnos para que, tanto nuestros estudiantes como nosotros mismos, alcancemos cada vez más mayores niveles de comprensión.
Tomar en Serio las Diferencias y las Necesidades de Nuestros Estudiantes
El aprendizaje, como todo lo que hacemos en la vida es una cuestión de decisión, y la pregunta que surge es ¿qué se necesita para que los estudiantes decidan aprender? Una de las claves nos la da el tomar en serio las diferencias individuales de los estudiantes.
En la observación de los desempeños de los estudiantes hemos podido confirmar lo importante que es construir ambientes en los cuales se respetan las diferencias. Estas diferencias no solamente están dadas por la forma como aprendemos o procesamos información, sino también en la manera en que satisfacemos nuestras necesidades. En este sentido, el diseño de desempeños ricos y variados que tengan en cuenta las inteligencias múltiples, favorece los diferentes perfiles de los estudiantes. Esto pone en evidencia que aprendemos de diversas formas y que es posible llegar a un mayor número de estudiantes, utilizando diferentes estrategias que vayan más allá de las formas tradicionales que privilegian lo lingüístico y lo lógico matemático.
Dentro del diseño de los desempeños, nosotros hablamos de la estrategia de los puntos de entrada, que nos sirve de pretexto para pensar en actividades llamativas que inviten a los estudiantes al estudio de un tópico. Con frecuencia oímos como nuestros estudiantes ya no se interesan por lo que hacemos, nuestras clases les parecen aburridas y no ven conexión entre lo que estudian y su vida personal. Como maestros necesitamos cuestionarnos ¿qué tan creativos y reflexivos somos al planear actividades que nos permitan conocer sus intereses, necesidades y concepciones erróneas y hasta qué punto los hemos conectado con nuestros propios intereses? Dentro del marco esto se logra al proponer verdaderos tópicos generativosque lleven a los estudiantes a tomar la decisión de convertirse en agentes activos de propio aprendizaje.
Los desempeños de comprensión deben representar las diferentes puertas a través de las cuales los estudiantes pueden acercarse al objeto de estudio. Sin duda alguna, entre más expertos somos en lo que estamos enseñando, mayor será la variedad de formas que les podemos proponer a los estudiantes para que ellos decidan por cuál de las puertas se les facilita la entrada.
El marco de la EpC me ha ofrecido una buena oportunidad para pensar en lo qué hago, el por qué lo hago y cómo lo puedo mejorar. Es decir, me ha permitido, a partir de una serie de conceptos organizados alrededor de mi práctica, buscar el tiempo para reflexionar en aras de mejorar las experiencias de aprendizaje de mis estudiantes.
©María Ximena Barrera
mxbarrera@fundacies.org